Japón
es actualmente la tercera economía más grande del mundo después de
Estados Unidos y China. Sin embargo, las tradicionales políticas del
país dada su convicción cultural y una serie de acontecimientos
fuera del su control lo han catapultado a un estancamiento continuado
en el tiempo durante décadas. Ha sido romper con la rutina
conjugando a la perfección tanto su política monetaria como fiscal,
por lo que empieza a dar señales de una pronta recuperación y
esperemos que sigan por el camino acertado. Japón empieza a dejar
atrás la deflación y sería de interés que el Banco central
Europeo tome nota de como hacerlo siguiendo su ejemplo.
Antes
de la Segunda Guerra Mundial, Japón ocupaba el quinto puesto en el
comercio mundial con una balanza comercial favorable dirigiendo la
mayor parte de sus exportaciones a territorios que formaban parte del
imperio, como Dongbei Pingyuan (Manchuria) y la China ocupada,
mientras que las relaciones comerciales con países como EEUU y Gran
Bretaña eran desfavorables. A partir de 1946, las autoridades
aliadas de ocupación permitieron a las empresas privadas continuar
con el comercio exterior, ya que era y es esencial para la economía
japonesa, puesto que el mercado interior es incapaz de absorber por
completo los productos manufacturados que produce la industria
nipona. Además, importan la mayoría de las materias primas de las
que depende su industria por lo que deben exportar la mayor parte de
su producción anual para mantener la balanza comercial favorable.
Esto
le ha permitido a Japón invertir los grandes excedentes comerciales
durante las décadas de 1970 y 1980 en el exterior pasando a ser la
principal nación acreedora del mundo. En la década de 1990, el
comercio con los países asiáticos suponía cerca del 42% de las
importaciones japonesas y el 33% de sus exportaciones. Los
principales socios comerciales asiáticos de Japón eran Corea del
Sur, China, Taiwan, Hong Kong, Indonesia, Arabia Saudí y Singapur.
Durante el mismo período, los países de la Unión Europea suponían
el 13% de las importaciones japonesas y el 17% de sus exportaciones.
Estados Unidos representaba el 28% de sus exportaciones y el 22% de
sus importaciones. Otros socios comerciales destacados de Japón son
Australia, Canadá y los países de la antigua Unión Soviética.
Los
bienes manufacturados representaban el 92,9% del total de las
exportaciones y el 21,2% de sus importaciones estaban representadas
por combustibles. Japón importa alimentos, animales vivos,
manufacturas básicas como tejidos, hierro y acero, además de
materias primas como madera o minerales metálicos. Incluso hasta
1993 estuvieron prohibidas las importaciones de arroz, pero las
escasas cosechas de esos años obligaron a realizar importaciones de
emergencia procedentes de Tailandia, Australia y Estados Unidos, lo
que llevo a que en la ronda de negociaciones del Acuerdo General
sobre Aranceles y Comercio (GATT) de 1993 en Uruguay, se impusiera
una relajación gradual de sus restricciones al libre comercio.
En
2003, Japón llego a ser el tercer país exportador del mundo, con un
valor de 383.452 millones de dólares de importaciones y un valor de
471.996 millones de dólares de exportaciones anuales. Japón ha sido
un país exportador neto durante décadas que en los últimos tiempos
ha visto reducida esta tendencia debido a la mayor importación de
recursos energéticos que ha supuesto la parada de sus plantas
nucleares tras el accidente en Fukushima en 2011. El terremoto de
Fukushima fue la última tragedia que afectó al país y lo arrastró
a que la moratoria nuclear resultante aumentase el precio de la
energía para los consumidores japoneses y generó un raro déficit
comercial.
Además
de los efectos del terremoto que afectaron su central nuclear,
podemos decir que hasta finales de 2012 la imagen de Japón era de
fracaso debido también a que su crecimiento económico en las dos
décadas anteriores, tanto absoluto como per cápita, había sido
inferior al de Estados Unidos. El indice bursátil Nikkei estaba a
niveles de inicio de los años 1980. Prevalecía una situación
política frágil con cambios de Gobiernos constantes. El tipo de
cambio se había apreciado un 25% desde el inicio de la crisis,
dañando sus exportaciones y beneficios de las empresas japonesas. El
crecimiento era débil, la inflación negativa, el tipo de interés
real era positivo y superior a la tasa de crecimiento del país que
no sólo retraía el crecimiento y la inversión, sino que también
deterioraba la dinámica de la deuda pública. El Banco de Japón con
su actitud pasiva, no hacía nada, considerando que el problema de la
economía japonesa era estructural siendo responsabilidad del
Gobierno quien debía actuar para aumentar el crecimiento potencial.
En definitiva, se había creado un circulo vicioso que había
arrastrado la moral por los suelos dando como resultado una economía
de contrastes, donde hace más de 20 años que no aumenta el precio
de la vivienda y donde durante un par de décadas las expectativas de
inflación han sido cero o negativas. Donde el déficit público
acabó el año al 7% y la deuda pública supera el 200% del PIB. En
2013, la balanza por cuenta corriente alcanzó un superávit de
32.162 millones de dólares, suponiendo un mínimo histórico y el
tercer año consecutivo de retroceso.
Ante
tal situación, el país necesitaba un cambio drástico que lo
reconduzca por la senda del crecimiento, y éste parecería venir
de la mano de Shinzo Abe, elegido primer ministro de nuevo a finales
de 2012 (ya lo había sido por unos meses en 2006). Su primera
decisión fue las de romper con el pasado estableciendo un programa
basado en tres medidas. La primer medida, ha sido un programa de
expansión fiscal agresivo de corto plazo combinado con la promesa de
subir los impuestos sobre el consumo de manera gradual que les
permitiera cerrar el déficit fiscal y estabilizar el alto nivel de
deuda. La segunda medida, fue nombrar un nuevo Gobernador del Banco
de Japón, Haruhiko Kuroda, encargado de adoptar una política
monetaria expansiva que reduzca los tipos de interés reales,
aumente la inflación, contribuya al crecimiento y reduzca la carga
fiscal. La tercer medida, fueron un paquete de reformas estructurales
que fomenten el crecimiento a largo plazo y compensen el efecto
negativo del envejecimiento de la población. Los resultados fueron
inmediatos, depreciando el Yen un 20%, reducción rápida de los
tipos de interés y apreciación de la bolsa en un 50%.
Una
coordinada combinación de la política fiscal y monetaria fueron la
clave para que la inflación se sitúe ya en el 1,3% (El objetivo es
llegar a un 2% de inflación) y las expectativas de inflación sean
positivas después de muchos años. También los tipos de interés
reales a largo plazo ya son negativos mejorando así el perfil de la
deuda pública en el medio plazo. Gracias a la debilidad de la moneda
nacional, las exportaciones aumentaron un 16,7% en enero de 2014
respecto al mismo mes de 2013. Las importaciones crecieron un 30,3% a
causa de una mayor compra de crudo. Observamos como el Yen se devalúa
respecto al dólar y al euro, un 16,6% y 19,4% respectivamente en el
mes de enero, beneficiando las exportaciones aunque también encarece
las importaciones agravando la situación de Japón dada la
dependencia energética, ya que compra a terceros países el 90% de
la energía que consume.
En
consecuencia en enero pasado, la balanza comercial arrojó un déficit
de 22,7 millones de dólares dadas unas exportaciones por valor de
53,5 millones de dólares y unas importaciones por valor de 76,2
millones de dólares. La balanza por cuenta corriente también fue
deficitaria en 15,4 millones de dólares debido al aumento de la
demanda de energía y depreciación del Yen que dispararon el coste
de las importaciones. También el PIB de Japón creció un 0,7% real,
luego de una estimación del 1%. El gasto de capital subió el 0,8%
habiéndose estimado en el 1,3%. El consumo privado creció un 0,4%
ante la estimación inicial al alza del 0,5%. Otros datos curiosos,
son que el superávit comercial de Japón con Estados Unidos se
reduce debido a su dependencia energética y a la importación
principal desde este país del Gas Licuado de Petroleo, pasando éste
en 2013 a ser el mayor socio comercial de Japón dejando en segundo
lugar a China. Las exportaciones de Japón están encabezadas por
combustibles minerales, automóviles y plásticos; que crecen en
términos de valor. Las importaciones de Japón están encabezadas
por el gas natural licuado, componentes electrónicos incluidos
semiconductores y automóviles; que también crecen en términos de
valor. Crecen las importaciones más que las exportaciones arrojando
una balanza comercial deficitaria que sería solucionada en cuanto
Japón erradique su actual dependencia energética de importación
con la reactivación total de sus plantas nucleares.
En
conclusión, con el análisis que acabamos de exponer podríamos
afirmar que Japón habiendo experimentado durante años con una
política monetaria restrictiva que no le ha funcionado, nos deja en
su caso con un mensaje claro de que adoptando políticas monetarias
expansivas, la tasa de interés real puede bajar por debajo de la
tasa de crecimiento de la economía, haciendo que la política fiscal
austera sea un éxito. Japón es un claro ejemplo de haber roto con
las políticas del pasado aunque todavía le falta mucho por hacer.
La política fiscal que tiene por delante es enorme, debe compensar
el envejecimiento de la población y son reacios a la inmigración.
Debe fijar objetivos de inflación más altos para escapar
definitivamente de la deflación, expandiendo más su política
monetaria para que su política fiscal austera no sea en vano y al
final Japón no consiga despegar. Lo importante que Gobierno y Banco
de Japón ahora están caminando de la mano por el buen camino.
Nos
preguntamos si esto el Banco Central Europeo podrá entenderlo y
combinará mejor sus medidas de restricciones fiscales con expansión
monetaria para evitar la sombra de la deflación que en estos
momentos acecha a la Comunidad Europea. Si lo miramos a simple vista,
nos da la sensación de que existen fuerzas que retrasan la
aplicación de soluciones que ya son viejas conocidas por cuestiones
que están puramente relacionadas a intereses de clases y deberán
ser objeto de otro análisis que está fuera de los temas puramente
relacionados al comercio internacional.
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